Este baile, originado durante la Colonia, se presenta en Ciudad Vieja, Sacatepéquez. El bien y el mal se disputan un alma en pena. ¿Quién vencerá?
Érase una vez un ángel hermoso que, por traicionar a Dios, fue expulsado del cielo. Ese personaje —el diablo mayor— reclutó a otros ángeles rebeldes para inducir a las personas a pecar para apoderarse de sus almas.De esa temática trata el popular baile Los 24 Diablos —también conocido como El Baile de los 24 Ángeles Caídos— que se celebra del 7 al 15 de diciembre en Ciudad Vieja, Sacatepéquez, en honor a la Virgen de Concepción. Esta danza fue declarada Patrimonio Nacional de la Nación.Este y otros dramas, como Los Toritos, La Conquista, La Reina Catalina, Los Siete Pares de Francia, Los Angelinos, Las Siete Virtudes y Las Flores —que datan del siglo XVI—, eran montados por los curas para transmitir su obra misionera a los indígenas. Se dice que fueron escritas por un fraile franciscano que cayó en pecado y estuvo en prisión. Muchos de estos bailes han dejado de presentarse y solo sobreviven por algunos vecinos preocupados por conservar las tradiciones.Sin embargo, durante la década de 1980 surgieron otros “teatros ambulantes”, como El Jardín de María, La Doncella y los Micos, El Príncipe Quiché, La Finca y La Chapetona.Entre el bien y el mal“Cuando mi arcángel San Miguel me condujo a los infiernos (…) quedé en tormentos eternos. ¡Oh, fortuna desdichada!”, exclama el personaje que representa a Lucifer.Durante la representación de Los 24 Diablos, los participantes tocan instrumentos poco conocidos como la quijada de burro, el triángulo metálico, la carraca, las castañuelas o la zambumbia.Los trajes también llaman la atención: todos los demonios visten de rojo —excepto uno que lleva traje verde—, mientras que la muerte va de blanco, el ángel de celeste, el mico de negro y el alma de café. Máscaras y largas pelucas elaboradas de maguey —con diferentes colores según el personaje— complementan los disfraces.La representación más esplendorosa es la del 8 de diciembre; se interpreta al mediodía en el atrio de la iglesia y tiene una duración aproximada de tres horas, en la cual los asistentes observan cómo los diablos y el ángel se disputan un alma. En el baile también destacan los “de repente”, que son versos que improvisan los diablos el Mico y la Sirvienta, inspirados en detalles de los asistentes: “Dicen que este mico come carne asada, y para eso me ha de dar la señora que está vestida con esa frazada”. Así, la señora de la frazada se ve comprometida a contribuir con dinero para cubrir los gastos de la obra.Al final vence el mal y, por tanto, el alma del desobediente es conducida al infierno.Último díaLlega el 15 de diciembre y, así, acaban los bailes, el ruido de los cohetillos, las calles abarrotadas de curiosos y la música de la marimba y de otros “extraños” instrumentos.Los 24 diablos, para despedirse, acuden ese último día a la iglesia, para rezarle la salve a la Virgen, a dar gracias por las bendiciones y para pedir por el próximo año. Los diablos, para concluir, sacan en hombros las andas de la Virgen que recorre una cuadra. De esa forma, no queda más que esperar otro diciembre, para disfrutar de esta arraigada tradición.El malEl diablo mayor(Extracto textual del original)“En otro tiempo yo fui el apreciable Luzbea (...) y del coro angelical una reluciente estrella. Pero mi soberbia impía me condujo a tal envidia, pues quise tomar la silla de aquel trono soberano. ¡Ay de mí! que fue en vano sublevarme contra Dios, con todos estos secuaces que respetaron mi voz. Cuando el ángel San Miguel me condujo a los infiernos separándome de Él quedé en tormentos eternos. ¡Oh, fortuna desdichada! ¡Oh, suerte cruel indolente! Hoy de los abismos soy a quien llaman pecador. ¿En dónde está mi fantasía? En el fuego consumido. Equivocado procedí contra un Dios omnipotente para vivir impaciente, pues no le concedí. Y desde entonces, ¿quién soy? Una serpiente infernal. Un sujeto aborrecido. ¡Ay de mí, qué atormentado estoy y sin remedio mi mal...!La zambumbia y el diablo verdeHay un diablo anciano que se caracteriza por caminar encorvado y con la ayuda de un bastón; viste, además, ropa verde y tiene el cabello del color de los pelos del maíz. Este es el diablo verde, el que toca la zambumbia.Este instrumento musical es rústico —de barro cocido, madera o morro— vacío por dentro, abierto por un extremo y cerrado por el otro, que se cubre con una piel muy tirante —en Guatemala con la vejiga de una res—; en el centro tiene un palito que al frotarse produce un sonido fuerte y ronco.Es un tambor de fricción con influencia europea, asiática y africana. Algunas investigaciones sugieren que los mayas usaban uno parecido.España fue la que trajo la zambumbia al Nuevo Mundo, la cual tenía raíces del oeste africano. De esa cuenta, Colombia, Venezuela, Cuba, Brasil, Costa Rica, El Salvador y Guatemala tienen instrumentos que se asemejan a los kwita o los ekpe, tambores ceremoniales que se utilizan en poblaciones de Zaire y Angola. También, Gabón, Congo y Guinea Ecuatorial emplean unos similares.La zambumbia es el símil de la labor que desempeña un bajo en una banda musical, explica Rubén Flores, uno de los organizadores del baile Los 24 Diablos.El diablo verdeHace su entrada el diablo verde con una faja roja que sujeta la zambumbia. El anciano, sostenido de su bastón, baila y hace sonar el instrumento con sus dedos índice y pulgar. Se acerca al diablo mayor y le dice: “Yo soy el dragón curioso, quien inventó los refranes pues sabes que, en mis afanes, me manifiesto meloso. A pesar de que soy anciano, mi valor no se ha agotado para arrebatarme al cristiano, pues soy de calzón rajado. No ignores que mi destino es andar en mis afanes, pues yo inventé los refranes; el lance no se me pierde, pues quiero que todos sean hijos del diablo verde”.El bienEl ángel(Extracto textual del original)No llores alma afligida que yo vengo en pos de ti.Detente teos malvados con orden de quién se atreven, a arrebatar esta alma.No permitas Dios eterno que esta alma se condene.Por tus gracias infinitas apártala del infierno.Inclinando mi cabeza y mis alas a tus pies, por vuestra santa bondad espero la perdonéis.Escucha mi corazón y mis ruegos amorosos y humilla estos infernales para quitarles esta alma.Si les das la salvación con tus exclamaciones aumentas mi tristeza y desconsuelo, que por tus pecados perdiste la dulce patria del cielo.Detente viles condenados que ha de ser perdonada y gozará de la gloria feliz bien aventurada.He de librar esta alma del padecimiento eterno.Espíritus desdichados váyanse a arder al infierno.
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